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Toda manifestación cultural, tanto artística como científica tiene algo potencialmente geométrico que permite apreciar en los modelos, en las ideas, diferentes aspectos de la realidad.

La geometría (geo:tierra; metría:medición) puede entenderse como un instrumento que capacita a la mente para comprender cómo un entorno específico está formado y ordenado. Los modelos geométricos pueden ser contemplados como instantes congelados que revelan una continua acción universal, generalmente imperceptible a los sentidos. En este contexto, comprender quiere decir antetodo, geometrizar: dar forma a la experiencia que tenemos del mundo, relacionar imágenes e ideas, develar conexiones ocultas.

En la Europa de la Edad Media la geometría es considerada como una de las disciplinas más importantes, junto con la música, la aritmética y la astronomía. Aunque en el Renacimiento tuvo para los artistas un papel importante como herramienta de composición y ordenamiento espacial a través de la perspectiva y otras lógicas estructurales. Aunque es sólo hasta el siglo XX que aparece con toda su fuerza en el arte, es innegable su importancia para muchas otras culturas, tanto en el pasado como en el presente.

La idea netamente moderna de una sociedad encaminada hacia estados cada vez más elevados de evolución y progreso, es un proyecto que comparten con entusiasmo tanto científicos como artistas: La noción de una dimensión ideal, perfecta, que se sitúa más allá de los sentidos y a la que se accede únicamente a través de la mente, es para artistas como Paul Cezanne, Kasimir Malevitch, Piet Mondrian y Joaquín Torres-Garcia el objetivo de todas sus búsquedas y realizaciones. En el área de la ciencia, investigadores como Johannes Kepler, Albert Einstein y Benoit Mandelbrot se propusieron como meta formular sus investigaciones como geometrías de la naturaleza.

En tiempos de una acelerada apertura y globalización de la economía, la comunicación y la cultura, y en transición hacia sociedades de información y conocimiento, no es difícil apreciar como los modelos jerárquicos de pensamiento instituidos por el determinismo cultural que imperó hasta hace algunos años, pierden funcionalidad a la luz de un pensamiento contemporáneo cuyas geometrías le otorgan voz al individuo a la hora de modelar la realidad: en medio de una sobreabundancia de posibilidades de información, el individuo se convierte prácticamente en un hermeneuta, pues ha de reconocer, seleccionar y procesar información para articular los modelos de comprensión con que observa e interactua con su entorno.